
La elección del método de valuación adecuado depende de la empresa y la transacción, y para poder obtener un valor objetivo, se debe contar con profesionales especializados.
Introducción
Establecer el valor de una compañía suele ser uno de los principales desafíos u obstáculos a la hora de negociar la compra o venta de una Compañía. Esto se debe a que cada situación es particular y su valoración se realiza “a medida” utilizando diferentes metodologías. Lo mismo ocurre a la hora de valuar una marca u otro intangible o también un proyecto de inversión.
Por eso, en general, es recomendable contar con un profesional especializado independiente que nos permite conocer dicho valor de forma objetiva y utilizado las técnicas adecuadas. Además, podremos descubrir problemas económico-financieros ocultos de forma anticipada y/o conocerlos previamente de cara a las futuras negociaciones.
Existen diferentes formas de valorar una empresa y difícilmente a priori podamos afirmar cuál es la correcta. Si bien cada uno tiene un “precio” en mente, es recomendable realizar uno o más cálculos utilizando diferentes metodologías para valuar la compañía y luego elegir la combinación que refleje su mejor estimación de valor final.
El pensamiento inicial de cualquier persona podría ser, que el valor de la empresa se encuentra en la sumatoria del valor individual de sus activos o “fierros”, menos el valor de sus pasivos. Como si la empresa empezara de cero, o tengamos una compañía en liquidación, cierre o la estaríamos desguazando. Si fuera ese el caso, esta metodología podría ser las más acertada, pero bajo la premisa de “empresa en marcha”, el valor de los activos no es el valor del negocio o la compañía. Si bien todos los activos poseen su valor per se, no es lo que se entiende por una valuación de negocio. No se trata de lo que valen sus bienes, sino la cantidad de efectivo que genera su negocio. Salvo raras excepciones, ningún comprador está interesado en saber cuánto dinero puede ganar si compra y vende sus activos. Están interesados en cuánto dinero pueden ganar a través de los productos y servicios que la empresa comercializa.
Los enfoques de valuación más utilizados piensan en un negocio en marcha, que contempla no solo el presente, si no el futuro como un flujo de efectivo. Se valora el negocio, tratando de encontrar un valor para ese flujo de efectivo, descontado a valor presente a una tasa que considere el riesgo propio de dicho activo.
Metodologías más utilizadas
Salvo en el caso anterior que poníamos de ejemplo, de valuar los activos y pasivos, en situaciones de liquidación o cierre de una compañía, los métodos más utilizados para una empresa en marcha son: Valuación por múltiplos y Valuación por flujo de fondos descontado (DCF-Discounted cash Flow en ingles).
Valuación por múltiplos
Este método consiste en determinar el valor de la compañía, comparando ciertas variables con otras empresas similares del sector. Consiste en encontrar valores de referencia (ventas, EBITDA, EBIT) de empresas en su área geográfica o no, pero de la misma industria, para extrapolar su valor.
Las principales limitaciones son: disponibilidad de comparables, valores desactualizados y que cada empresa es un mundo y no se terminan de capturar las particularidades de cada una.
Por esto, normalmente se utiliza este modelo de valuación como forma de validar o controlar, si la valuación por flujo de fondos descontado es razonable.
Flujo de Fondos Descontado (Discounted cash Flow -DCF)
El método de flujo de efectivo descontado (DCF) es un método de valoración que se puede utilizar para determinar el valor una compañía, proyectos de inversión, activos, etc.
Es decir, el valor se determina por el valor presente de los flujos de efectivo que genera una empresa.
La clave está en los dos componentes principales. Obtener un flujo de fondos proyectado que pueda capturar lo mejor posible la realidad futura de la compañía y construir una tasa de descuento de acuerdo con el riesgo implícito del activo o inversión en cuestión.
Las proyecciones, normalmente se realizan por un período de 5 a 10 años, hasta que se estabilizan las principales variables (período explícito) y luego se determina un valor terminal, que serían los flujos futuros, desde el siguiente año del período explicito. Esto es así, porque asumimos que una empresa en marcha, su vida útil trasciende más allá de este primer período.
Estos flujos de cada período explicito más el valor terminal, son descontados a hoy, utilizando el costo promedio ponderado del capital (Weighted Average Cost of Capital-WACC) propio de la compañía. La sumatoria de ambos a valor presente, nos determina el valor de la compañía. Luego pueden haber particularidades menores, que deben ser ajustadas según cada caso.
La razón para basar la valoración de la empresa en el efectivo es que, en última instancia, el efectivo es lo que los propietarios quieren y necesitan, por eso invierten. Si las ventas de la empresa son fabulosas, pero su flujo de caja es negativo, no podrá recompensar a sus inversores, y en algunos casos, tampoco a los interesados prioritarios como son los acreedores y empleados.
El caso particular de las Start Ups
En el caso de las Start Ups, todo el potencial está en el futuro, con lo cual, el mayor desafío es proyectar y crear ese futuro, en base a estimaciones. Recordemos que en esta etapa, no tenemos un track record, que nos permita cuantificar el potencial en base a la historia.
El método más utilizado es el de Valor de Mercado por flujo de fondos. El mismo captura las variables tangibles (facturación, beneficios, posición en el mercado, etc.) e intangibles (inversión de dinero y tiempo, potencial de la empresa, etc.). En muchos casos se ajusta o se separa dicho valor en dos instancias, es decir el valor potencial actual para el dueño o emprendedor (valor Pre-Money) y por otro lado, el valor anterior más el valor adicional por la inversión obtenida (valor Post-money). A esto se puede agregar como percepción de valor otros intangibles como pueden ser: la trayectoria de los fundadores y la calidad del management, la reputación de la startup, la tecnología desarrollada, el nicho de mercado, etc.
También son válidos otros métodos de valuación como utilizar comparables de otras start ups.
Luego estará en cada emprendedor, definir el “precio” o porcentaje de acciones que quiere ceder. La clave estará en establecer cuánto dinero se necesita para seguir adelante con la startup y qué porcentaje está dispuesto a ceder a cambio de esa inyección de fondos.
Conclusiones y consideraciones adicionales
Calcular el valor de una empresa es una necesidad esencial ya sea comprador o vendedor, pero existen beneficios adicionales que la tornan en una herramienta de gestión fundamental.
Esto es porque su riqueza principal reside en descubrir qué aspectos generan o destruyen valor.
Como regla general, toda compañía debería rechazar proyectos o inversiones, cuya tasa de retorno sea inferior al costo promedio ponderado del capital (WACC).
Por otro lado, el ejercicio de proyectar el futuro económico-financiero de la compañía, nos obliga a planificar y pensar en el largo plazo. Salir del día a día, y poner la mirada en el futuro. Esto permite analizar o replantear más en detalle la performance actual, la estrategia, los planes de inversión o desinversión, las necesidades de fondos, el desempeño de los productos/servicios actuales y a desarrollar, los costos operativos, etc.
También, si está buscando financiación, los bancos, prestamistas, y potenciales inversores de riesgo, querrán saber el desempeño futuro de la empresa y su capacidad para repagar sus deudas financieras.